A la inmensa población mexicana dejó de interesarle
o nunca le intereso, que el país tuviese un régimen democrático, no porque no
quisiera participar, sino porque desde el nacimiento de la nación jamás se les
dio esa opción.
El partido
hegemónico que gobernó durante siete
décadas se caracterizó por tomar las decisiones al paralelo de las necesidades
del pueblo y sin consultarlo, en reiteradas ocasiones el pueblo intento
participar, mas, esta participación nunca fue tomada en cuenta.
Durante el tiempo
en que gobernó sólo un partido político, se formaron ciudadanos sin conciencia
de participación es por eso que hoy en día el número de ciudadanos que se
espera asistan a las urnas es de apenas
el 60%[1],
aunado a que en las listas del IFE de una sección electoral de cerca de 600
ciudadanos insaculados sólo la sexta parte está dispuesta a participar en
actividades democráticas cómo son las elecciones, y formar parte de las mesas
directivas de casilla. Esa proporción resalta aún más debido a que son jóvenes,
que rondan los 20 años, el puñado que desea tener una experiencia de éste tipo,
por ende no tenían una conciencia política formada cuando el partido hegemónico
se encontraba en declive, y su madures se dio alejada del autoritarismo que el
partido de Estado representaba.
La generación que
fue educada antes de la década de los 80s, claramente muestra su desinterés
formada durante años, su opinión no era
tomada en cuenta y su experiencia de vida les ha enseñado que participar no
sirve de nada “Siempre ponen a quien les
conviene”.
Ser joven y no ser
rebelde e algo antinatural… el movimiento social de 1968, (que en sus inicios
fue netamente estudiantil pero envolvió a sectores tan diversos como
organizaciones sindicales, médicos y ferrocarrileros), vio la luz en el lugar,
pero no en el momento equivocado. El
movimiento social de Francia, La Cuba socialista del Che, el rock
estadounidense y la estabilidad económica de aquella época en el país, formaron
a jóvenes críticos, rebeldes a un viejo sistema que se reusaba a experimentar
el cambio. Los juegos
olímpicos de 1968 en los cuales el gobierno le demostraría al mundo que había
dejado de ser un país “tercermundista” y que era ya uno desarrollado, capaz de
organizar un evento mundial, fueron un obstáculo para el movimiento, ya que ese
gobierno serio, rígido, autoritario no permitiría estropearan tan ambiciosos
planes, y mucho menos le dijeran que hacer.
El movimiento de
ese año es reconocido según nos dice Enrique Condes, como el punto de partida
para la derrota del PRI en el 2000:
“…la forma en que
fueron reprimidos miles de jóvenes que, dentro de los marcos legales, exigían
el cumplimiento de seis puntos perfectamente solucionables conmocionó y dejó
huella perdurable en sectores medios e ilustrados del país”[2]
Tuvo un trágico término,
el asesinato de estudiantes en su mayoría y el vergonzoso silencio de toda la sociedad
amenazada por su propio ejército, quien calló, distrayendo su atención en el
espectáculo que su gobierno les había preparado con tanto “sacrificio”. El
mismo partido cubrió por décadas las evidencias y destruyo otras más para
ocultar su exceso de poder, característico de un partido que fue formado por
militares que no tenían por qué rendir cuentas a nadie, en el ejército sólo se
obedece, basados en el principio de saber lo que es mejor para el país.
Ese golpe que
sufrió la juventud y los posteriores como el del 10 Junio de 1971, el candidato
único de las elecciones presidenciales de 1976, y el fraude electoral de 1988,
le demostraron a esas generaciones que no tenía caso alzar la voz, y son ellos
los que se olvidaron de sus ideales y hoy se muestran apáticos ante la
participación ciudadana.
Ugo Codevilla nos
dice que un Estado más democrático y una ciudadanía más participativa entrañan
un movimiento capaz de edificar un nuevo México, más equilibrado y transparente[3],
sin embargo existe una cerrazón política, que teme al cambio, y se resiste a
abandonar sus privilegios, por lo tanto la carencia de generosidad política
indican que las transformaciones que México requiere para instaurar una
democracia formal no son hoy menos difíciles que ayer. Un pueblo que no conoce
su historia corre el riesgo de repetirla, el movimiento surgido de un escenario
inesperado, como lo fue la organización de marchas por parte de los estudiantes
de la Ibero, está repleto de exigencias en contra de nuestra historia reciente,
los abusos de sexenios de gobiernos priistas y el campo santo en que se ha
trasformado el país de los gobiernos panistas.
Se reconoce que
el pueblo mexicano tiene facilidad para olvidar, así que; “si crees que se te
va a olvidar, ¡apuntalo!”, en un país de escasos lectores, los pocos con acceso
a la información escrita son las personas que asisten a instituciones
educativas, por lo tanto la exigencia de no regresar al pasado priista no se daría por los medios de comunicación
masiva, sino de los libros, jóvenes con acceso a ellos son los que conocen la
historia y, si tienen una herramienta como el internet era ya algo inevitable,
pero que nadie pudo prever.
Es la naturaleza
del joven ser rebelde, porque no tiene nada que perder y si algo porque luchar,
no busca la estabilidad de un trabajo porque la mayoría no tiene a su cargo a
persona alguna, porque si la buscara sabe tiene años por delante que dedicarlos
a conseguirla. Porque cuando busque esa estabilidad no quiere tener que
corromperse para conseguirla, es idealista y planea su vida, así que busca un
futuro en donde las cosas le sean favorables.
El movimiento denominado “yo soy 132”, tiene a la vista un futuro incierto, son
pacíficos en una entidad que los cobija y los cobija por una razón, es
gobernada por un partido diferente al que se oponen, el gobierno federal que
tiene el uso de una autoridad federal como el ejército o la PFP, de la misma
manera es de un partido distinto. Pero en otros Estados donde se han
manifestado en contra del candidato priista se han suscitado conatos de bronca
entre priistas y estudiantes, ¿qué pasara si el gobierno federal se vuelve
tricolor?...
El movimiento
iniciado por descalificaciones que hizo el dirigente del partido hacia los
estudiantes que acorralaron a su candidato, tiene la posibilidad de sobrevivir
en el marco pacifico después de las elecciones si pierde el candidato tricolor,
de desaparecer sí gana, o llegar a las últimas consecuencias, (léase en
interminables marchas de protesta en el zócalo). En dónde no se gana nada, una vez pasando las
elecciones.
El primer paso esencial para avanzar en las trasformaciones que le urgen al país
es imaginar el México que queremos. “Yo soy 132” sabe que es lo que no quiere
para México, #yosoy132 pone la pregunta pero no le corresponde la respuesta, es
decir, no sólo a ellos, sino a la sociedad en su conjunto.
Sí la mayoría de las encuestas son ciertas, es inminente
el triunfo para un candidato que es objeto de repudio para los estudiantes, si
después del 1° de Julio regresara el partido que reprimió las protestas de 1968
sólo me queda cerrar a la antigua: ¡Salve
Cesar, los que van a morir te saludan!
H. Ulises Brioso Castillo
[1] La Jornada, 11 de junio de 2012
[2] Condés Lara, Enrique. “Represión y rebelión en México”, Ed. Porrúa,
México, 2007, pág. 13