lunes, 21 de enero de 2013

Disgregación


Carta al dinero.

Te odio tanto que al tenerte lo único que quiero es deshacerme de ti, aunque paradójicamente mi problema es que no te tengo en la cantidad suficiente para hacerme feliz.
            Sé que tuviste tus buenos tiempos, que antes estabas mejor, tu devaluación llegó cuando no tenía edad para fijarme en ti. Mira en lo que me has convertido, en un dependiente de ti, te necesito todos los días y no puedo sacarte de mi cabeza, sé perfectamente que no eres tú soy yo, que a muchas personas haces feliz.
            Mi problema contigo surge porque eres muy fácil, todos quieren contigo… y ¡tú quieres con todos!, no pienses mal de mí, yo quisiera que todos te tuvieran y si fuese por mí, yo mismo te entregaría a ellos. Hasta los legisladores hablan de ti, (y creo que sueñan contigo), te tienen en el presupuesto y ya saben en dónde te utilizarán, lo extraño es que no te tienen y todo su trabajo se basa en pensar que te tendrán. No hay que ser un genio para saber que la política es en su estado natural netamente dinero, de allí la frase de que “un político pobre es un pobre político”.
            Pero la política arruina muchas cosas de la vida, su espontaneidad, por ejemplo; mejor hablemos de ti que eres la causa y solución a todos los problemas. En México no se discrimina por el color de piel, la religión u orientación sexual, se discrimina la carencia económica, no hablo de pobreza porque hay muchos tipos de ella, nuestro presidente debe saber mucho de la pobreza cultural ya que ésta inmerso en ella, y que lo convierte entre tantas otras cosas en un ser miserable.
            Deberías ser una religión, ya sólo te falta el nombre, tú si ayudas a las personas, se me ocurre: “Monetarismo” o “Capitalismo”, total existe un “Cristianismo”… aunque esos términos ya existen y te mereces uno propio, lo curioso de ellos tres es que te tienen como base. Lo tienes todo eres como las demás, una invención del hombre.
            Para fines prácticos por el momento tu simple nombre nos basta y sobra:
Dinero: (Dícese de aquel que adora un), bien inservible hasta que nos desprendemos de él. Rasgo de cultura y pasaporte para una sociedad elegante. Posesión soportable[1].
Ojala nunca te hubiera conocido, manipulas, corrompes, haces que las buenas personas se humillen para ti, y otras veces muestras tu cara amable, sacias el hambre, cobijas del frio, reúnes a la familia y haces feliz a un niño, estas más allá del bien y el mal… Te digo, ¡deberías ser Dios! o por lo menos uno que a la gente no le avergonzara reconocer.
Todas las canciones hablan de ti, Pink Floyd, El tri, Pedro Infante y hasta Juan Gabriel te han dedicado canciones. Harán bien todos en despreciarte, de la misma forma que Basanio desdeñó tanto los fulgores del oro, como el pálido brillo de la mercenaria plata y eligió el quebrado color del plomo que pasa por vil y anuncia más desdichas que felicidad:¡oh Porcia![2].
Me despido de ti, como a un buen amor llorare tres horas por haberte perdido y después me reiré porque no me quede con las ganas de tenerte.

Atentamente:
Héctor Ulises Brioso Castillo.





[1] Ambrose Bierce. Diccionario del Diablo. Ed. Lectorum, pág, 67
[2] Shakespeare, “El mercader de Venecia”. 

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