Carta
al dinero.
Te odio tanto que al tenerte lo único que quiero es
deshacerme de ti, aunque paradójicamente mi problema es que no te tengo en la
cantidad suficiente para hacerme feliz.
Sé que tuviste tus buenos tiempos,
que antes estabas mejor, tu devaluación llegó cuando no tenía edad para fijarme
en ti. Mira en lo que me has convertido, en un dependiente de ti, te necesito
todos los días y no puedo sacarte de mi cabeza, sé perfectamente que no eres tú
soy yo, que a muchas personas haces feliz.
Mi problema contigo surge porque
eres muy fácil, todos quieren contigo… y ¡tú quieres con todos!, no pienses mal
de mí, yo quisiera que todos te tuvieran y si fuese por mí, yo mismo te
entregaría a ellos. Hasta los legisladores hablan de ti, (y creo que sueñan
contigo), te tienen en el presupuesto y ya saben en dónde te utilizarán, lo
extraño es que no te tienen y todo su trabajo se basa en pensar que te tendrán.
No hay que ser un genio para saber que la política es en su estado natural
netamente dinero, de allí la frase de que “un político pobre es un pobre
político”.
Pero la política arruina muchas
cosas de la vida, su espontaneidad, por ejemplo; mejor hablemos de ti que eres
la causa y solución a todos los problemas. En México no se discrimina por el
color de piel, la religión u orientación sexual, se discrimina la carencia
económica, no hablo de pobreza porque hay muchos tipos de ella, nuestro
presidente debe saber mucho de la pobreza cultural ya que ésta inmerso en ella,
y que lo convierte entre tantas otras cosas en un ser miserable.
Deberías ser una religión, ya sólo
te falta el nombre, tú si ayudas a las personas, se me ocurre: “Monetarismo” o
“Capitalismo”, total existe un “Cristianismo”… aunque esos términos ya existen
y te mereces uno propio, lo curioso de ellos tres es que te tienen como base.
Lo tienes todo eres como las demás, una invención del hombre.
Para fines prácticos por el momento
tu simple nombre nos basta y sobra:
Dinero:
(Dícese de aquel que adora un), bien inservible hasta que nos desprendemos de
él. Rasgo de cultura y pasaporte para una sociedad elegante. Posesión
soportable[1].
Ojala nunca te hubiera conocido, manipulas, corrompes,
haces que las buenas personas se humillen para ti, y otras veces muestras tu
cara amable, sacias el hambre, cobijas del frio, reúnes a la familia y haces
feliz a un niño, estas más allá del bien y el mal… Te digo, ¡deberías ser Dios!
o por lo menos uno que a la gente no le avergonzara reconocer.
Todas las canciones hablan de ti, Pink Floyd, El tri,
Pedro Infante y hasta Juan Gabriel te han dedicado canciones. Harán bien todos
en despreciarte, de la misma forma que Basanio desdeñó tanto los fulgores del
oro, como el pálido brillo de la mercenaria plata y eligió el quebrado color
del plomo que pasa por vil y anuncia más desdichas que felicidad:¡oh Porcia![2].
Me despido de ti, como a un buen amor llorare tres horas
por haberte perdido y después me reiré porque no me quede con las ganas de
tenerte.
Atentamente:
Héctor Ulises Brioso Castillo.
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