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La política antidrogas en México al menos en épocas
recientes tomó fuerza debido a la coyuntura vivida en el sexenio del expresidente
Felipe Calderón, no obstante sus inicios que tienen poco más de medio siglo de existir como tal en el país.
En este trabajo se expone un resumen de la política antidroga así como sus
antecedentes y posibles escenarios.
Política antidroga, antecedente
global.
Anterior de la guerra entre China e Inglaterra por el
opio, el consumo de diferentes tipos de drogas en las sociedades era un
hecho, no sólo en las sociedades europeas o asiáticas, también en el nuevo
continente; los hongos, el peyote y la
hoja de coca eran utilizados por los mexicas e incas. Antes del siglo XX el
consumo de droga no estaba regulado, en Inglaterra se reguló la venta de
productos peligrosos hasta 1868. Mientras tanto en el continente americano el
contenido de los brebajes o medicinas legales
ni siquiera llevaban consigo el contenido de la sustancia en cuestión, siendo
éste el caso los norteamericanos podían consumir opio y cocaína[1] –y
sus derivados- sin ninguna restricción[2].
La guerra entre los EUA y la corona española en 1898 por la hegemonía en el
caribe, y en los aún territorios de españoles terminaron con una derrota de los
últimos, con ello los angloestadounidenses se quedaron con el control del
caribe –y del continente- con lo cual el control del Filipinas paso a estar
directamente bajo el la jurisdicción federal de los EUA; bajo este contexto es que surgieron algunos movimientos (según David F. Musto: “movimiento progresista”) impulsaban la prohibición del alcohol y de las
drogas -en general-, el asunto de Filipinas se torna importante pues para 1902
cuando la población se veía aquejada por el consumo del opio la resolución del
presidente Theodore Roosevelt
presionado por el “movimiento progresista” fue prohibir el consumo de opio, y
prohibir la inmigración de chinos –quienes transportaban el opio-, la
resolución tenía un matiz unilateral que se vio reforzada en la Conferencia del
opio en Shanghái (1909). Musto también agrega que la decisión fue de tipo moral
bajo la creencia que podía hacer la vida de sus pobladores mejor.
En cierto grado la resolución que tomó EUA en torno al asunto del opio fue
un antecedente claro de cómo actuaría EUA en adelante. Fue hasta el año de 1915 cuando en EUA se publica la Ley Harrison, dicha ley -impuesto- ponía
como restricciones el uso de ciertas sustancias como la heroína, el opio, la
morfina, y la cocaína sin una prescripción médica[3],
no obstante su aplicación como tal sólo fue posible a partir de 1919 con la
modificación de la decimoctava enmienda y para 1924 se prohibió su importación[4]. Después de todas las regulaciones a las que
se enfrentaron las drogas –incluyendo al alcohol- y teniendo un saldo relativamente bajo de
consumidores fue tras la segunda guerra mundial en los años cincuenta cuando
los consumidores de otra droga –la marihuana- incrementaron, por ello la
aplicación de las leyes de 1951 y 1956 (ley Boggs y la ley de control de narcóticos respectivamente) fueron puestas en
vigor, sea que éstas son la base del actual control que se tiene sobre las
drogas en ese país. No obstante ciertas medidas relativamente recientes como en
1976 en Holanda que quito las penas por posesión de droga y sobre la Cannabis y
su uso medicinal en EUA en el estado de California –aprobado desde 1998- además
de otros estados de la unión anglo-americana ponen entre dicho la actual
política –al menos con respecto a la cannabis-.
Antecedentes de la política
antidroga en México.
Los antecedentes de la política antidroga comenzaron
durante la revolución y fue una medida influenciada por la política de los angloestadounidenses más que propia, la postura nacional anteriormente era un enfoque
de salubridad, y pasó a ser de carácter punitivo. En los años posteriores a la
revolución, tanto en 1923 como en 1925 hubo esfuerzos por parte de los
gobiernos de Obregón y de Calles para combatir el tráfico de drogas, armas y
alcohol en la frontera, no obstante fue durante el periodo de 1930-1947; es
decir, específicamente en 1931 y 1940 cuando se pública el primer reglamento
contra los toxicómanos y en 1940 cuando el asunto da un cierto giro hacía un
tema de salud pública con el Reglamento Federal de Toxicomanías del
Departamento de Salubridad Pública, dicho reglamento fue derogado debido a la
presión hecha por los anglo-americanos y a partir de 1947 el departamento de
salubridad dejó de encargarse del tema, en adelante la PGR se encargaría. En las décadas de los cincuentas y los sesentas la
política antidrogas fueron coordinadas por EUA y México.
En 1969 se puso en marcha la operación intercepción; resultado de la política exterior de EUA llevada a cabo por Richard
Nixon, esta política ya criminalizaba (el contrabando) y legalizaba la
persecución en muchos países del mundo. Después de la operación intercepción está la primera estrategia llevada a cabo
por el ejército mexicano en los estados de Sinaloa, Durango y Sonora; operación Cóndor, si bien está fue usada
como un medio para intervenir en la política local de Sudamérica, en México
tuvo un carácter represor hacía los grupos traficantes de droga, lo que no necesariamente la hace positiva o menos negativa,
pues dicha política sirvió también para amedrentar a los grupos que
participaban en la guerra sucia al igual que de paso sembró desconfianza en el
ejército e instituciones público-gubernamentales en los pobladores que vivían
en dichos territorios –sobre todo de las serranías-.
Los 80´s, 90´s y la transición
democrática.
Durante la época de los ochentas y parte de los
noventas la “lucha” antidrogas sin duda estuvo marcada por el asesinato de Enrique
Camarena, agente de la DEA y por consiguiente de una fuerte presión de los EUA
por “hacer” algo al respecto[5],
los cambios no esperaron, la desintegración de la Dirección Federal de Seguridad
-perteneciente a la Secretaria de gobernación- antecedente del actual CISEN, la
aprehensión del hermano del expresidente Carlos Salinas: Raúl salinas; la
muerte del cardenal Posadas Ocampo y una serie de escándalos que surgieron como
el encubrimiento de José de Jesús Rebolledo quien brindaba protección a Amado
Carrillo Fuentes líder del cartel de Juárez.
A este tema del narcotráfico se le puede agregar la
operación realizada por el gobierno angloestadounidense en 1998 donde doce
banqueros mexicanos fueron arrestados por lavado de dinero, varias cuentas
congeladas (122 millones de dólares) o incautadas (35 millones de dólares), contra Bancomer, Banca Serfin, Banca confía,
y la posibilidad de cerrar acciones en EUA de Banamex, Santander-México, y
Bital: Operación Casablanca. Con la
transición del ejecutivo federal priista
a uno panista; con el presidente Vicente Fox Quesada la política antidrogas
siguió bajo el mismo rumbo, se basaba en la incautación y destrucción de drogas
y la persecución de los traficantes de las mismas. El sexenio foxista estuvo
marcado por el escape del penal de máxima seguridad “puente grande” de Loera Guzmán en 2003, quien se ha vuelto uno
de los hombres más buscados y ricos del mundo.
Política de combate a las drogas
2006-2012.
El gobierno del presidente Felipe Calderón estuvo
marcado por la cerradas elecciones de
2006[6]
que no le permitió nunca obtener la aprobación de amplios sectores de la
sociedad mexicana en la política antidroga, a esto se le puede sumar la falta
de cooperación de los gobiernos de las entidades de la federación y la
constante polarización que hizo la izquierda en la sociedad al señalar a la
política antidroga como una política
partidista o unipersonal…
En el sexenio de calderón se inició una “guerra” en
contra del narcotráfico y de los narcotraficantes, el objetivo de la política
antidroga tuvo conforme avanzaba el sexenio diversos objetivos; o sea, fue
difusa (Guerrero, 2012, en línea). Dentro de la política algo que si fue
constante fue el enfrentamiento, es decir, ya fuese el abatimiento o el arresto
-mediático- de líderes de los “carteles”, 26 arrestados y 4 abatidos, lo que contrasta enormemente frente a los
sexenios de Fox y Zedillo quienes sólo detuvieron a 7 y 4 capos
respectivamente. Ésta confrontación directa de “fuego vs fuego” es una de las
explicaciones del constante ascenso de la violencia en el país. Basta decir que al inicio del sexenio
había unas seis organizaciones de drogas y al final del mismo el número era de
diez[7],
la política antidroga dejó un saldo de más de 60 mil muertos y/o desaparecidos,
generando en la población –no de forma total- un descontento que se mostraba en
la creación de organizaciones como la encabezada por el poeta Javier Sicilia y
“la marcha por la paz”…
El balance general... lo que viene.
El combate a las drogas iniciado a principios del
siglo XX no ha logrado obtener grandes resultados, ello se observa reflejado en
los números como el consumo mundial de drogas hecho por la Oficina de Naciones
Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC por sus siglas en inglés) hasta 300
millones de personas (quienes para el 2010 consumieron drogas en una edad que
va de los 15-64 años) lo que representa que el número de consumidores
incremento desde el 2004 cuando eran aproximadamente 185 millones[8]. Y
la situación a nivel nacional –al igual que la mundial- no parece mejorar,
según los propios datos de la Subsecretaría de Prevención y Promoción de Salud
y su Encuesta Nacional de Adicciones para el periodo del 2002-2011, cuyo
consumo de droga en México ascendió de 450
mil personas a 550 mil personas[9].
En el país la droga (ilegal) más utilizada es la mariguana, asimismo el
incremento del 2002 al 2008 es de 0.5% es decir, que en 2002 el consumo de
drogas en general era de 1.3% y para el 2011 el consumo incremento a 1.8%,
empero las únicas drogas que presentan incremento (las demás se mantienen
igual) en su consumo son la mariguana y la cocaína, siendo el caso de la
primera que del 0.6% (2002) paso a 1.2% (20011), mientras que la cocaína paso de
0.3% (2002) al 0.5% (2011) para la población en general que va de los 12 a los
65 años de edad; el caso de la mariguana es el que tiene mayores incrementos en
su consumo sobre todo en hombres.
Hablando de las posibilidades para cambiar
el tipo de política punitiva que siempre ha habido en el país de forma
unilateral, son mínimas, sobretodo porque el contexto internacional ha
cambiado, el mundo se halla frente a una nueva dinámica, los países se
encuentran entrelazados, lo que hace que algunas políticas tengan que verse
desde varios enfoques y/o participantes, el caso de la drogas es un tema que
afecta a todos, y no es posible crear modelos de consumo que rompan en su
totalidad con la comunidad internacional[10], el caso de México es aún
más difícil pues en su frontera norte de más de 3 mil km se tiene al mayor
consumidor de drogas en el mundo, a ello puede agregarse la fragilidad de las
instituciones de impartición de justicia y de lo limitadas –en todo sentido- que
son las policías del país (apenas 397, 664 mil policías para atender a 112
millones) todo ello dificulta el tema.
No obstante es evidente que
la política punitiva del anterior sexenio contra las drogas fue un fracaso,
pues no sólo no disminuyo el consumo sino que incremento, y sea cual fuese el
objetivo en el colectivo nacional, una política antidroga necesariamente busca
disminuir el consumo en la población; lo cual no sucedió. Sea pues, es evidente que la política antidroga en
México tiene que cambiar, no es posible seguir con espirales de violencia, pero
no puede cambiar en su totalidad debido al contexto internacional, lo cual muy
seguramente deja con la posibilidad de una política marginal que utilice los
aprendizajes del sexenio anterior, entre ellos, la definición de su política
antidroga, o su lucha contra el narco, (que no son lo mismo, la primera busca
una disminución del consumo mediante ciertas estrategias y la “lucha o guerra contra el narco” a
excepción de lo que realmente signifique puede implicar desde el exterminio de
los narcos como la disminución del trafico etc.). Conforme a lo anteriormente
declarado por el actual presidente de la república Enrique Peña Nieto en sus
primeras 13 acciones de gobierno señaló como punto uno: promover un Programa Nacional de Prevención del Delito,
punto dos: una Ley Federal de Victimas y, punto tres: reformar homologar los Códigos Penales y la de Procedimientos
Penales. De los anteriores la ley busca garantizar los derechos de las
víctimas de violaciones a los derechos humanos –lo que incluye a los presuntos
culpables- acorde a la constitución y los tratados internacionales; el Programa
Nacional consiste en seis puntos: planeación, prevención, protección y respeto
a los derechos humanos, coordinación institucional y evaluación; mientras que
la homologación de códigos aún no se concreta.
Después de todo lo expuesto se puede hablar de un giro
en la política nacional antidroga, de hecho, no se puede hablar que vaya haber un
enfoque primordial en la política antidroga, sino una especie de reparación de daños de lo acaecido el
sexenio pasado; buscando como prioridad disminuir la violencia, no así el
tráfico de drogas con ello retomar o darle un nuevo enfoque al tema, en este
sentido parece ser que será brindarle prioridad a la política social.
Conclusiones.
Siendo la situación actual como es, con 17 estados de
la unión americana que ya han aprobado el consumo de mariguana medicinal, y con
una sociedad que cada vez, con mayor fuerza y mejores argumentos, rebate la
legalización de las drogas –al menos de la mariguana- hay una posibilidad
latente que por lo menos el dialogo se abra para la legalización de las drogas
y posteriormente se legalice. No obstante y debido al tiempo y al estigma que
aún se tiene con respecto a las drogas en general es difícil poder observar un
presidente angloestadounidense, mexicano
o latinoamericano en general que tomé el asunto de legalizar en serio, además tomando en cuenta que enfrente hay un muro de 19 a 29 mil millones de
pesos (que afirma el gobierno de Washington que obtiene el México por lavado de
dinero el cual puede ser consultado en el documento Lavado de dinero: Indicadores y acciones de gobierno binacionales).
Otro aspecto es saber si las políticas de ambos países
coinciden o al menos son compatibles, lo que fue un hecho es que a lo largo del
sexenio panista sí fueron compatibles no coincidieron mucho, pues para los
mexicanos –o la opinión pública- el asunto de las drogas nunca fue un problema,
y sí en algún momento la venta de armas y su tráfico hacía el país; mientras
que para lo angloestadounidenses ése no era su problema y ello se vio puesto en
manifiesto con la operación rápido y
furioso de los EUA.
Con todo lo anterior queda clara sólo una cosa y es
que si bien la política antidrogas en México fue influenciada por EUA hace más
de medio siglo, no es deseable que el reclamo se dirija hacía los EUA –al menos
no como se ha venido haciendo sino, más bien pedir corresponsabilidad en la
agenda- la exigencia debe ir a nuestras autoridades que en más de un siglo no
han podido crear un sistema de justicia que funcione; investigue, persiga,
compruebe y castigue los delitos, y, más aún que no han podido garantizar el
derecho básico que el Estado está obligado a cumplir. La vida.
Jose Luis Serapio Juárez
[1] La coca-cola para su
elaboración utilizó la cocaína hasta el año de 1903 para ello se aplicó la ley de alimentos y drogas puras de 1906
buscó cierto control, dado que exigía que cada alimento y brebaje llevasen una
etiqueta con el contenido del producto. David
F. Musto. (1992). Pautas en el
abuso de drogas y la respuesta de los Estados Unidos. En Peter H. Smith. El
combate a las drogas en América. (pp. 67-85). Edit. FCE.
[2] Ibid p. 70. Debido a
ello en EUA para el año de 1890 alcanzó una de las cifras de consumo percapita más elevadas, al igual que número
de adictos –un millón 100 mil de adictos al opio y heroína-.
[3] Ibid p. 69. Antes de ésta ley cada Estado de la Federación de los EUA manejaba y
controlaba, bajo el supuesto de su soberanía, el suministro de dichas sustancias,
de hecho antes de ésta ley las licencias para los médicos eran manejadas por
los estados y no por la federación angloestadounidense.
[4] Ibid p. 80. La marihuana y la cocaína –el
alcohol- fueron prohibidas en 1907 en Nueva York y en 1937 la ley fiscal de
marihuana que se complementa con la ley
boggs y la de control de narcóticos.
[5] En algunos textos se menciona que so pretexto de la política antidroga
el gobierno americano aprovecho para acelerar la apertura del mercado mexicano
a nivel internacional. Enciso. (2010). “Los
fracasos del chantaje. Régimen de prohibición de drogas y narcotráfico”. En
Arturo Alvarado & Mónica serrano. “Seguridad
nacional y seguridad interior” (Coord.). (pp. 62-104). Edit. COLMEX.
[6] Para un gran sector de la población resultó un fraude dichas elecciones y
por ende toda la comprensión y evaluación del sexenio del expresidente Calderón
estuvo marcado por la “falta de
legitimidad” (y esto a su vez, usado por sus adversarios políticos como una
ventaja de posicionamiento frente al electorado), por ende la lucha en contra
del narcotráfico muchos la entienden o entendieron como una forma de legitimarse, en este trabajo
no se parte de dicha premisa aunque no se rechaza totalmente, se parte del
punto que el problema existe, y existía; grupos empresariales regionales –territoriales-
dedicados al tráfico de drogas que habían cooptado a instituciones –de
gobiernos municipales-, que si bien no era un asunto de seguridad nacional si superaba
la capacidad de respuesta de los gobiernos locales y de sus instituciones de
seguridad pública.
[7] Eduardo Guerrero. “La estrategia fallida”. [en línea]. 01
de diciembre del 2012. [consultada el 20 de enero del 2013]. Disponible en: http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2103067
[8] Consultar la página
de Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito:
www.unodc.org/unodc/en/data-and-analysis/WDR.html
[9] Los datos se pueden
consultar en la Encuesta Nacional de Adicciones en la página de la secretaría
de salud: portal.salud.gob.mx/sites/salud/descargas/pdf/ENA_2011_DROGAS_ILICITAS_.pdf
[10] Cuestiones como la de
Holanda y Portugal son casos que se explican toda vez que son países pequeños,
y su control es más fácil -por decirlo de alguna manera-, el caso mexicano por
tratarse de un país de aproximadamente dos millones de hectáreas y con una
geografía tan accidentada –serranías, cadenas montañosas, dispersión de la
población-, y un cuerpo de policías que apenas se está formando, resulta
sumamente difícil imaginar un símil al estilo europeo.