Durante
la primera mitad del siglo pasado, el exacerbado nacionalismo de las potencias
colonizadoras europeas tuvo expresiones muy claras en forma de movimientos
políticos o reivindicaciones populares, ya en territorios de ultramar, ya en
las entrañas mismas de la Europa continental. Los más claros soportes de lo
anteriormente señalado lo podemos encontrar en el fascismo italiano y el
nacional socialismo alemán.
Posterior
a la Segunda Guerra Mundial, la devastación en Europa y el asenso de dos
superpotencias fuera de la Europa occidental, advierten un relajamiento de los
sentimientos localistas, dando cabida a la solidaridad entre los pueblos con un
objetivo común: el resurgimiento europeo.
Mientras
tanto, naciones al oriente del continente, hogar de grupos étnicos disimiles,
serán sometidos a hierro y fuego por la
opresión soviética imperante, no así extinguidos, entrarán en una fase de
hibernación de la que reaparecerán con más fuerza y violencia, la experiencia
más clara, las ex republicas yugoslavas.
Occidente
mirará con desconcierto las actitudes nacionalistas creídamente superadas por
los países más “avanzados” del mundo, la intervención militar de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte en Serbia en 1999, con objetivos
pregonadamente humanitarios, proclamará el regreso del uso de la fuerza para
someter actitudes nacionalistas.
Es
así como occidente, liderado por los Estados Unidos de América, apaciguará los
nacionalismos salvajes y anticuados de la segunda mitad del siglo XX, Europa se
convertirá en un bastión de la tolerancia y del llamamiento a nunca más volver a
los nacionalismos fratricidas, recordando la memoria histórica de los desastres
a los que estos pueden dirigir.
En
este ensayo se pretende exponer el resurgimiento de los nacionalismos radicales
en Europa occidental a través del representativo caso del joven sueco Anders Behring
Breivik, el cual ha plasmado su impresión acerca del derrumbamiento interno de
la sociedad occidental en famoso manifiesto publicado poco antes de los
atentados terroristas de Oslo y Utoya.
El
soporte documental de este artículo se basa en información reciente, dada la
naturaleza del caso, por lo que se ha utilizado en su mayoría informes hemerográficos,
salvo en referencias teóricas.
DESARROLLO
El
inicio del siglo XXI nos muestra una Europa con un incremento sostenido de la migración, principalmente
africana, hacia estas tierras. Aunado a la baja tasa de natalidad
de aborígenes europeos, la más baja del mundo. En el caso de Noruega, que
mantiene una tasa de fertilidad de 1.7% de hijos por familia y en caída lenta
pero progresiva,
sumado a sus facilidades para recibir migrantes de todo el mundo,
el panorama parece claro.
El
tipo de migración es especialmente relevante si recordamos el caso
estadounidense, por tener una referencia. A finales del siglo XIX y principios
del XX los Estados Unidos de América mantenían una marcada política de
migración selectiva
basada en características étnicas y, posteriormente, raciales. Si bien es
cierto que un elevado grado de intolerancia y prejuicios guiaban en gran parte estas
políticas, no se puede encasillar su aplicación en estos términos, la capacidad
de asimilación y el grado de homogeneidad con las costumbres del credo
americano eran condiciones muy tomadas en cuenta por los estadistas de ese
periodo, se sabía que la migración era necesaria, pero para contribuir al
desarrollo del poder angloamericano y no es su detrimento.
Frente
a este sencillo pero impresionante escenario, una cantidad cada día mayor de
europeos comienza a preocuparse por el futuro de sus naciones, en adición a la constante que el tema del terrorismo islámico,
y la presión israelí al respecto, irriga en la mentalidad no solo europea sino
internacional, como producto del discurso ideológico de algunos políticos
occidentales en busca de apoyo coyuntural (Jackson, 2007).
En
diversos países han surgido grupos fuertemente identificados con la lucha
contra la inmigración a Europa en diversos niveles, desde los grupos más
conservadores y titubeantes, hasta contundentes movimientos radicales.
Quizá el caso español sea el más emblemático
en el contexto de los movimientos migratorios provenientes principalmente del
Magreb hacia este país, en medio de una fuerte crisis económica y financiera
proveniente de fuera, importante elemento a destacar, y de barrios cada día con
peores condiciones de vidas frente al hacinamiento dónde conviven diversos
grupos nacionales, sin dejar a un lado el interés de algunos “Estados dentro
del Estado” por reducir el poder castellano frente a sus deseos de mayor
autonomía: Cataluña y el País Vasco como los mejores ejemplos.
Incluso
en las regiones tradicionalmente más proclives a los principios llamados
progresistas y liberales han surgido, ya sea colectiva o individualmente personajes
que han expresado su hartazgo ante la situación imperante con métodos bastante
radicales o, al menos llamativos.
Basta
recordar al líder del neerlandés Partido de la Libertad, Geert Wilders, mejor conocido
por sus declaraciones en contra de la inmigración musulmana y sus críticas
contra el Islam, si se creía que este es un hecho aislado de un político
fracasado en busca de popularidad en uno de los países más progresistas del
mundo, valga recordar que el Partido de la Libertad es el tercer partido
político más apoyado en Países Bajos y miembro fundamental de la coalición en
el actual gobierno.
Pero
el tema que nos atrae se centra en el Reino de Noruega, pequeño país con una
población de 5 millones de habitantes, pero con un gran nivel de vida internacionalmente reconocido,
fuerte promotor de los derechos humanos y generador de proyectos para el
desarrollo. Incluso en la región de Medio Oriente Noruega se destaca como uno
de los mayores donantes (Aguirre, 2007) a nivel
internacional para pueblos en desarrollo y tan difícil situación como lo es el
palestino,
no obstante las notas mediáticas que pretenden mostrar una península
escandinava agresiva hacia los árabes y su religión.
Es
así como la sociedad sueca es
reconocida por liberal y “de avanzada”, raramente vinculada con actitudes ya
sea xenófobas o intolerantes, libre de políticas represoras o de carácter
radical. Pues bien, el año pasado ésta sociedad fue testigo de una de las
mayores masacres en la historia de la península escandinava.
Ataques de Oslo y Utoya
El
22 de julio de 2011 coche bomba explotó a las afueras de las oficinas del
Primer Ministro Jens Stoltenberg, líder del socialdemócrata Partido Laborista
Noruego (PLN), sin causarle daño dado su ausencia del lugar.
Mientras
Noruega se impactaba ante el ataque perpetrado, el primero de este tipo en la
región, en la oriental isla de Utoya se celebraba un campamento de Liga
Laborista Juvenil del PLN, a la cual arribó
el micro empresario y masón de 32 años Anders Behring Breivik, el cual,
vestido de policía, reunió a las juventudes laboristas, acto seguido disparó
contra la multitud durante tres cuartos de hora hasta la llegada de la
eficiente policía noruega.
Este
acto, reconocido por la comunidad internacional como terrorista, cobro la vida
de 77 personas, entre los que se cuentan las víctimas del fuego abierto por
Breivik y los ahogados que trataban de abandonar la isla por el lago
Tyrifjorden.
Actualmente
Breivik está siendo juzgado por la magistrada Elizabeth Arntze, amiga cercana
de una de las familias afectadas por el tiroteo
de Utoya, bajo los cargos de
terrorismo y crímenes contra la humanidad. Breivik se ha declarado no culpable,
añadiendo volvería a cometer estos actos dado que lo hizo en “defensa personal” en
protección de su cultura. Breivik ha considerado su causa tan justificada que
dice sólo haber dos dictámenes posibles y justificados para él, pena de muerte
o absolución.
El resurgimiento del
nacionalismo europeo
El
nacionalismo se presenta como reflejo de vastos elementos válidamente
justificables, más en el presente caso, se considera un enfoque pobremente
considerado, quizás debido a las repercusiones políticas que esto implicaría,
ya que resulta más cómodo y sencillo explicar estos sucesos como las acciones
de psicópatas
individuales que actúan al amparo de sus deficiencias mentales con la finalidad
de satisfacer sus profundos traumas infantiles.
Más
allá de estas burdas explicaciones, y en seguimiento al análisis del historiador
judeoalemán George L. Mosse, resulta fundamental analizar el contexto, los
preconceptos y las creencias que rodean a un pueblo para poder entender y, en
el mejor de los casos, determinar las actitudes políticas de los individuos del
mismo (Pinto, 2010).
No
obstante lo anterior, el autor considera que estos actos son solo el reflejo de
una sociedad europea hastiada y en decadencia franca, donde algunos de sus
miembros, insatisfechos con las explicaciones progresistas, y de frente a las
reacciones internacionales por la conservación de los pueblos,
dan cuenta que su autoderminación se ve afectada por el incremento de la
población de recién ingreso, factor de importancia fundamental en el contexto y
las reglas del sistema democrático.
Retomando
el caso Breivik, en su manifiesto “2083: Una declaración de independencia
europea” (Breivik, 2011) el autor pretende
explicar desde su muy particular perspectiva la situación imperante en Europa,
el daño el marxismo cultural en esa sociedad y la barrera que lo “políticamente
correcto” se presenta frente a la reacción social ante lo que él llama la
invasión demográfica y cultural del Islam.
Al
parecer del que escribe, las anteriores líneas, altamente sumariadas, son un
muy explicable reflejo de la situación por la que pasa el ciudadano europeo
promedio en la “vieja Europa” contemporánea. Lo anterior no se presenta como
una contradicción si tomamos en cuenta toda la herencia histórico-cultural de
un continente que debió gran parte de su gloria a sus batallas, inventadas o
reales, por la cristiandad, por un ideal común.
Un
pueblo que conquistó y pobló por todo el orbe y ahora muestra bajísimos grados
de natalidad y una constante inmigración, muchas veces percibida como invasión
reaccionará cada día a través de métodos más extremos para tratar de
contrarrestar lo que se percibe como una extinción de su pasado y,
evidentemente, de su futuro.
Marxismo cultural
Señalado
como el promotor de la deconstrucción cultural europea, Breivik apunta a los
aliados del marxismo cultural como traidores a su pueblo que deben de ser
considerados como tales. Posterior a la guerra fría y la propaganda realizada
hasta nuestros días, además de la fuerte presencia de grupos políticos de
izquierda moderada y extrema en ese continente,
el ciudadano europeo limita su decisión al consumismo nihilista o a una
teoría antaña de facto derrotada en el continente, con algunas expresiones en
países en todo sentido distantes como la República Popular China y de Corea del
Norte.
La
polarización de los bandos políticos nominalmente moderados ha fomentado el
surgimiento de partidos regionalistas (Colomer, 2009), por esencia mas
tendientes a la separación y la promoción de la homogeneidad, y extremistas.
Ante esta situación, sumada a los factores de los que se ha venido escribiendo,
el nacionalismo europeo radical es resultado de un caldo de cultivo que no
debiera sorprender al observador imparcial.
Lo políticamente correcto
Aunado
a lo anterior, la represión y el doble discurso de los políticos occidentales
difícilmente son cuestionables al momento de observar cómo se promueve a capa y
espada el liberalismo en todos sus frentes pero se castiga a las mentalidades
disidentes no muy lejos, pero si mucho mas veladamente, del caso chino.
Tan
sólo se debe voltear la mirada a las leyes que castigan la critica a sucesos
históricos
santificados por las democracias occidentales para caer en la cuenta de que el
ser liberal consiste en aceptar a con camisa de fuerza los postulados
popularmente reconocidos a expensas de parecer un enemigo de la libertad.
Evidentemente
esta forma de proceder comienza a ser cada día más cuestionado como producto de
la propia dinámica cultural, al final pareciera que cae por su propio peso. Según
especialistas, después de los ataques de Noruega, esta sociedad comienza a
cuestionar la conveniencia del sistema liberal del país.
Islam contra Islam
Finalmente,
y retomando al objeto de estudio, Breivik da cuenta de las tácticas usadas por
algunos sectores de la sociedad musulmana en la lucha por conservar su propia
identidad y él, en un intento por “rebasar por la izquierda” propone algunas de
esas tácticas para el renacimiento occidental frente a la podredumbre que
internamente vive. De hecho, ha declarado durante el proceso judicial que los
militantes nacionalistas tienen mucho que aprender de grupos como Al Qaeda
incluidos sus métodos, los cuales estudio paso a paso según sus propias
declaraciones, y la glorificación del martirio.
No
se puede simplemente rechazar la responsabilidad de los musulmanes radicales
que han buscado imponer su cosmovisión, el ser humano siempre adoptará
prejuicios, es parte de su naturaleza, si ves todos los días en las noticias
que tipos tatuados con esvásticas apalean extranjeros, y tu eres un extranjero
en Madrid, difícilmente confiarás en un sujeto con esvásticas al pasar junto a
él, del mismo modo el extremismo musulmán repercute en la mentalidad del mundo.
CONCLUSIONES
Para
todo estudioso de los nacionalismos como elemento ideológico, político, social
y cultural que impacta en las relaciones entre las naciones y los Estados, es
importante considerar que la situación imperante en el mundo occidental nos da
cuenta del fomento de una situación que a la larga conllevará repercusiones
insostenibles con posibles reacciones violentas a gran escala.
El
resurgimiento de los nacionalismos extremos en Europa no es un problema per se, resulta una consecuencia de
políticas equivocadas que monopolizan sus decisiones en torno a la generación
de riquezas a expensas de soberanía y autodeterminación de los pueblos,
justificándose con postulados supuestamente libertitarios y omitiendo, con
conocimiento o sin él, las consecuencias que atraerá no sólo para Europa, para
el mundo entero.
Cuando
se estudia un conflicto en retrospectiva, es posible percatarse de los factores
que se fueron alineando para el desencadenamiento de los mismos, en el caso de
la decadencia demográfica de un pueblo y el asenso de pueblos tremendamente
disímiles es, sin duda, el antecedente de un desenlace poco halagüeño.
Bibliografía
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Breivik, A. (2011). 2083: Una declaración de
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http://archive.frontpagemag.com/readArticle.aspx?ARTID=20545
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