lunes, 25 de marzo de 2013

Impacto del neoliberalismo en América Latina.


                                                    
Introducción.
A finales de los años ochentas y principios de los noventa, en América latina, después del decaimiento de los regímenes totalitarios seguidos de un proceso de transición que implicó la puesta en marcha de la “democracia” aunado con el contexto internacional que dejaría a Estados Unidos como único líder mundial, se empieza a poner en marcha e implementar el modelo neoliberalista de la economía de mercado, que con su aplicación ha aumentado la desigualdades sociales, ha propiciado la acumulación de riqueza desmedida, ha socavado la gobernabilidad de los Estados, y ha disminuido la calidad de vida de los habitantes latinoamericanos.
El objeto del trabajo es abordar (a grosso modo) cuál ha sido el impacto socio-político y cuáles son las consecuencias que ha dejado a su paso la implantación del neoliberalismo en los Estados latinoamericanos; no sin antes dar un breve repaso de los antecedentes que sentaron las bases de este modelo en América Latina, como la etapa de los gobiernos autoritarios y el denominado “proceso democratizador”; para posteriormente exponer qué respuestas  y qué alternativas han surgido por parte de la sociedad latinoamericana  con el transcurrir del tiempo a partir del posicionamiento y profundización de los efectos del capitalismo en su forma neoliberal en Latinoamérica.
Antecedentes.
En la coyuntura de la guerra fría, donde Estados Unidos mantenía una serie de luchas extraterritoriales en contra de la ex Unión Soviética para frenar el avance del comunismo, y así, imponer su hegemonía y posicionarse como el único líder mundial. Este escenario de conflicto llegó a extenderse y afectar a América Latina, ya que en diferentes estados latinoamericanos, principalmente en donde no habían alcanzado a extenderse por completo las ideas de liberalistas y progresistas de la revolución cubana, como Chile, Nicaragua, Argentina, Brasil, Paraguay, entre otros más, empezaron a surgir una serie de regímenes autoritarios que llegaron al poder gracias a golpes de Estado; caracterizados por su forma de gobierno fascista y represiva, liderados en su mayoría por militares, los cuales  fueron formados y auspiciados desde Washington por medio de la llamada “escuela de las Américas”  la cual funcionaba como un centro de adiestramiento, de donde salieron cientos de militares de origen latinoamericano (Augusto Pinochet, Rìos Mont, Anastacio Somoza entre los más conocidos)  quienes fueron instruidos en estrategias y métodos para contener cualquier tipo de manifestaciones, ideologías o movimientos  de insurrección y reprimir cualquier acción que hubiese significado un peligro para los intereses de EE.UU. por medio del terrorismo de Estado.
Es importante señalar que estás formas de gobierno autoritarias no sólo llegaron a concretarse por medio de la represión, si no, también les ayudo a mantenerse el contexto histórico de la propia América Latina, una región que había heredado del colonialismo una sociedad jerarquizada y acostumbrada a ser sometida por un sector oligárquico quienes  gobernaban mediante el uso discrecional del poder y los recursos.
Empero, posteriormente la utilización de gobiernos militares que empleaban la violencia y el terrorismo como parte de un método de control se fueron desgastando, al grado en que ya no fueron suficientes para mantener y legitimar las medidas de Estados Unidos que sostenían su presencia y dominio en América Latina se necesitaba algo nuevo, ya que iba en aumento el malestar internacional e interno por tal grado de represión que vivían los habitantes latinoamericanos. La iniciativa y respuesta a esta crisis orgánica de hegemonía fue por parte del país norteamericano, le dio paso a su siguiente estrategia -más compleja y más difícil de identificar- puso en marcha el llamado “proceso de democratización” (iniciado en la celebración de elecciones “libres “en Ecuador en 1979, que posteriormente se extendió en toda la región) que suponía la entrada y aplicación de la democracia en América Latina con la el apoyo de Washington, implicando la restauración política e institucional de los Estados deshecha durante el periodo de las dictaduras, pero se trataba de la aplicación de una democracia restringida, que además de contar con las limitaciones y condicionamientos inherentes de las formas democráticas contaba con características que la convertían en una democracia moldeada y formada a modo, para cumplir con los requerimientos necesarios de lo que se avecinaba más tarde de forma inevitable: la implantación del modelo neoliberal(1).  Con la ayuda del proceso de democratización  EE.UU en contubernio con la clase dirigente tradicional de cada región fueron instalando una gobernabilidad democrática, que enarbolaba la bandera de la democracia como cortina de humo para encubrir sus verdaderos intereses, ya que está forma de gobernar ocultaba su afinidad con los mecanismos tradicionalistas de dominación, para así refrenar y neutralizar  de manera sutil cualquier acción de oposición, lo que Gramsci definió como revolución pasiva (2).
Con el afianzamiento del proceso democratizador en América Latina y con el contexto internacional (última etapa de la guerra fría que posicionaba a Estados Unidos como líder mundial)  quedaban sentadas las bases y las condiciones necesarias para que los países latinoamericanos pudieran recibir con mínimos obstáculos el nuevo orden económico del capital, el modelo neoliberal, que concretaría la hegemonía y el orden de dominación unipolar de EE.UU.
Llegada del nuevo orden mundial: El neoliberalismo.
En los últimos años de la guerra fría con el debilitamiento de la Unión Soviética se podía vislumbrar lo inevitable, el posicionamiento del  liderazgo de Estados Unidos a nivel mundial, empero, para concretar su función de cabeza  hegemónica, se valió de otra arma, un nuevo orden económico, fundamentado principalmente en los planteamientos de Milton Friedman, economista y líder de la escuela liberal de los años setentas en Chicago,  los llamados “Chicago boys”, quienes basaban su modelo económico  en un principio de libertad individual, postularon que los hombres son libres y capaces de elegir por si mismos que es lo mejor, y, definieron al mercado como una cooperación voluntaria entre individuos para perseguir lo mejor para ellos mismos; por lo que Friedman y los miembros de esta tendencia postliberal o neoliberal afirmaban que la libertad de mercado es correspondiente con la libertad de los hombres, dándole riendas sueltas al mercado, donde el Estado exclusivamente podía interferir para brindarle protección, porque: a mientras más mercado y menos Estado mejor” (3).
Después de los años de las dictaduras que azotaron a América Latina, que desembocaron en la implementación del proceso de democratización para restaurar la pérdida de legitimidad del poder de gobernabilidad, se empieza la instauración de la economía de mercado en su forma neoliberal, que traería consigo efectos devastadores sobre todo en los países del tercer mundo  -donde podemos ubicar a los Estados latinoamericanos- quienes  apenas se recuperaban y resarcían los daños en el tejido social e institucional, que habían dejado los años anteriores.
La aplicación de este orden económico postliberal (que desde la dictadura de Pinochet se empezó a experimentar en Chile) de manera casi implícita y sistemática extendió sus efectos en todas las esferas de los Estados y de la misma sociedad. Del cual la región de América Latina inexcusablemente podía librarse de él, puesto que era (es) la parte del mundo donde el Estado norteamericano tenía más presencia y más poder.
La globalización del neoliberalismo es un fenómeno estructural vinculado con las tendencias determinantes en el movimiento de la economía mundial. Y esas tendencias van a apuntando hacia la exclusión y subordinación de América Latina, como un conjunto de países que corresponde al sur y por lo tanto debe mantener su dependencia con respecto a Estados Unidos y las grandes potencias desarrolladas(4). Lo que conlleva a decir que el neoliberalismo es utilizado como un instrumento de dominación y subordinación que excluye a la región latinoamericana de los beneficios del capital, confinándola a quedarse y ser tratada como una zona perteneciente a la denominación “del sur”, como un conglomerado de naciones subdesarrolladas, que aún son dependientes de las grandes potencias, por lo tanto requieren de su ayuda, justificando su intervención.
El neoliberalismo no sólo se reserva a afectar el ámbito económico de los Estados, sino que también, influye de manera significativa en los demás sectores de los países de América latina: en lo político, socava el papel y la fuerza de los Estados; en lo social, perjudica la manera de vivir de las personas disminuyendo su nivel de vida, e interviniendo en la autodeterminación de las naciones, es decir, imponiendo una concepción de valores afines.
Estados Unidos se valió del “consenso de Washington” y  de los grandes organismos financieros que tienen presencia a nivel global como el FMI (Fondo Monetario Internacional) y BM(Banco Mundial), entre otros, para aplicar y vigilar el cumplimiento de los requerimientos necesarios para sustentar el modelo neoliberal, lo que ha traído secuelas catastróficas en las economías y los mercados internos y externos de las Estados de América Latina. El neoliberalismo ha provocado cambios estructurales radicales en los mercados de los Estados latinoamericanos, donde la deuda externa juega un papel muy importante, gracias a ésta los organismos transnacionales financieros –que se supone fueron creados para la asistencia económica y el progreso-  condicionan su apoyo a cambió de que los Estados latinos acepten las medidas requeridas por el capitalismo neoliberalista, como: dejar los mercados en manos del capital que se traduce en el descuido del mercado nacional; devaluación o sobrevaluación de sus divisas que provoca una inestabilidad monetaria y financiera; prioridad a la inversión extranjera, entrada masiva de capital extranjero (se le abren las puertas a las grandes empresas transnacionales, monopolios) que trae como resultado la  privatización de las industrias y empresas de mercancías y servicios; disminución de exportaciones, aumento de importaciones, etc.,  llevando a las economías latinoamericanas a un Estado de  asfixiamiento y  endeudamiento, que ha guiado a las economías a entrar en severas crisis (llegando a tal punto que las naciones latinoamericanas se vieron en la necesidad de competir entre ellas mismas por el agrado de los poderos organismos financieros), desembocando sus efectos en los sectores más vulnerables, produciendo un aumento del desempleo y por ende de la pobreza, de los estándares de vida, de la capacidad de adquisición; que inevitablemente se convierten en problemas tales como delincuencia, empleo informal, inseguridad, mala alimentación, migración, etcétera.
En el ámbito político el Estado regulador desapareció lo que quedaba de su antecesor, a los Estados nacionales desarrollistas (Estado benefactor),  socavando la soberanía de los Estados, rompiendo los pactos sociales, alejando los canales de entendimiento entre gobernantes y gobernados, disminuyendo el rol de los partidos políticos entendidos como espacios de representación ciudadana, endureciendo los mecanismos represivos (5). El neoliberalismo a echado a la basura la mayoría de los logros políticos que se habían hecho, la democracia es una simple falacia de interlocución entre Estado y Sociedad, porque en realidad el que impone las normas es el capital, y esto lo logró mediante la complicidad del sector tradicional oligárquico y gobernante de cada país , porque “para que haya neoliberalismo se necesita de gobernantes neoliberalitas” (unos cuantos ejemplos son:Salinas de Gortari, Collor de Mello, Cardoso, Menen, De la Rua, Fujimori, Bucaram, Álvaro Uribe, etcétera) que únicamente han velado por su intereses personales, sacando ventaja de los diversos acuerdos pactados con los grandes organismos y potencias capitalistas, cubriendo su verdadero propósito con discursos –paradójicamente- antiimperialistas, evocando frases de progreso y desarrollo.
Con el amparo y protección de la clase dirigente el modelo neoliberalista refuerza su implantación por conductos de diversos mecanismos para el control social, como por ejemplo, los medios de comunicación y los métodos de represión. E igualmente los partidos políticos arcaicos corrompieron aún más su cometido de ser los representantes de los intereses de la sociedad, para, resguardar los intereses de los grandes organismos económicos, y por supuesto, implícitamente los de la casa blanca.  Es decir, los Estados latinoamericanos perdieron su soberanía y desaparecieron su función interventora de procurar por el interés general, para convertirse en unos meros ejecutores de las políticas financieras dictadas por el neoliberalismo. Abandonando las sus responsabilidades sociales para darle prioridad a la economía de mercado.
La forma de vivir y el comportamiento de la sociedad latinoamericana igualmente se han visto perjudicados por el impacto que causa el capitalismo en su etapa neoliberal, debido al aumento de la polarización de la sociedad, es decir, se ha incrementado y agudizado las diferencias sociales, se ha amplificado la brecha entre los ricos y los pobres, -a causa de que los que tienen más ganan más, y los que menos tienen cada vez ganan menos- . El nivel de vida de la sociedad latinoamericana (y todas aquellas que no disfrutan del beneficio de pertenecer a una de las grandes potencias)  disminuyó con la aplicación del neoliberalismo, porque la dominación de la globalización del capital sobre la economía y la soberanía de los Estados, provocó que la población quedara abandonada a su suerte frente a las secuelas del modelo neoliberal, ya que los países al descuidar sus propias economías a causa de la pérdida de autonomía y soberanía, descuidan sus empresas y organismos nacionales, lo que deriva en un colapso económico, se empiezan a cerrar empresas, comercios, negocios, etc.; se flexibiliza el trabajo; se dejan de producir empleos, y, los que pueden conservar su empleo lo hacen bajo salarios cada vez más bajos; se desatiende los servicios básicos y los sectores de educación, salud,  seguridad; se aumentan los impuestos. Lo que paulatinamente genera una diversidad muy grande de  problemas de carácter social, como por ejemplo el cierre de empresas y el aumento del desempleo producen entre otros problemas que las personas en busca de otra alternativa engrosen el mercado informal (que a su vez origina en una menor recaudación de impuestos y por ende mengua la capacidad de actuar de las instituciones gubernamentales), o, se inclinan al lado de la delincuencia (que deriva en problemas de seguridad).
Inclusive el neoliberalismo ha influido en la cultura de la sociedad latinoamericana, porque bajo la lógica capitalista el ser humano se convierte en un valor, promoviendo a través de los medios de comunicación e incluso por conducto de la misma educación, una cultura individualista y consumista. Ocasionando en la gente una “necesidad” de consumir por consumir, por tener más, sin ni siquiera necesitarlo. El individualismo también desempeña un tarea importante dentro del neoliberalismo, ya que inculca un comportamiento que no concuerda con la necesidad de asociación, se fractura la coerción social, impide a la población unirse-solidarizarse y capitalizar sus molestias, éste actúa como una herramienta para prevenir y contener cualquier manifestación de inconformidad sobre el impacto del modelo neoliberal.
Respuestas ante el impacto del neoliberalismo.
Para finales de los años noventas la conflictividad, el malestar social y el repudio hacia el efecto de la globalización neoliberalista, se ampliaron considerablemente, hasta un 180% en América latina. Pero la población se dio cuenta de que  luchas armadas del pasado (que se prolongaban por varios años y que daban como resultados una inmensa cantidad de bajas atribuido a la disparidad de fuerzas, como las desatadas sobre todo en la región centroamericana) por el bienestar ya no eran una opción -la sociedad latinoamericana había aprendido de su pasado- . A pesar de la represión se produjo una reconfiguración de los movimientos sociales, nuevas asociaciones con nuevos actores, para poder competir dentro del espectro político; debido a que los que se supone debían representar sus intereses, los partidos políticos tradicionales, hace tiempo que habían demitido. Estos nuevos tipos de movimientos sociales se auto-organizaron y le dieron mayor peso a los mecanismos democráticos (se inclinaban hacia la horizontalización, a diferencia de los partidos políticos que caracterizados por su forma vertical y rígida de organización), se empezaron a agrupar de acuerdo a sus variedad de características y necesidades derivadas de las secuelas del neoliberalismo, aparecieron movimientos de acuerdo identidad, étnica-cultural (movimientos indígenas como el EZLN); movimientos con referencia a su carencia(el MST, los sin tierra en Brasil); movimientos urbanos y de trabajadores(los “piqueteros de Argentina); además de que se consolidan los movimientos campesinos y obreros(6). Y, a pesar de cada uno de estos movimientos contaba con sus propias características, no fue impedimento para que miembros de otras organizaciones sociales se solidarizaran y apoyaran a las demandas de cualquier otro grupo, como fue el caso de los movimientos estudiantiles, que aunque no tuvieron una actuación tan protagónica como en otros años, se unían y respaldaban las protestas de diferentes movimientos sociales.
A pesar de la persecución, represión y criminalización por parte de las clases hegemónicas de estos nuevos movimientos populares, obtuvieron logros importantes como: alcanzar una amplia significación social, caída de gobiernos, fracaso de iniciativas neoliberales, poner en crisis la legitimidad política y económica del neoliberalismo, posicionarse como un ejemplo a seguir.
Todos estos triunfos llegaron a desembocar en una búsqueda electoral de otro tipo de gobierno, que ulteriormente se capitalizó en una nueva opción de gobiernos para hacer frente a la globalización neoliberalista y sustituir las viejas formas dictatoriales y autoritarias disfrazadas de democracias. Estos nuevos gobiernos de inclinados hacia la izquierda se apegaron a revivir los viejos ideales socialistas de progreso y libertad, fueron lideradas por el gobierno de Hugo Chávez al frente de Venezuela, seguidos de sus homólogos: Evo Morales en Bolivia, Lula da Silva en Brasil, Tabaré Vázquez en Uruguay, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua Néstor Kirchner en Argentina.
Empero, estos nuevos gobiernos de izquierda deben de ser más precavidos que sus antecesores, debido a la desfavorable correlación de fuerzas, ya que en históricamente, tanto en el pasado como en el presente, la izquierda ha tenido oportunidades para emular el curso de la historia, pero las ha desaprovechado (7).
Conclusión.
En conclusión el impacto negativo que ha causado el neoliberalismo en América latina no es nada nuevo, ya que el modelo neoliberal sólo vino a dar la reafirmación histórica de que muchos de los males que aquejan a esta parte del mundo provienen desde épocas del colonialismo, América latina ha sido y sigue siendo una región postcolonial, siempre ha sido una zona subordina y dependiente de otras más desarrolladas. El neoliberalismo sólo ha reafirmado y profundizado los conflictos y los problemas sociales, políticos, económicos  que siempre han perturbado la vida de la sociedad Latinoamérica y a engrosar la supeditación con respecto a Estados Unidos, reforzando su hegemonía y liderazgo. América latina es parte de un sistema de dominación donde juega el papel de subordinado, empero, no la pueden excluir, ya que esta región al igual de todo el tercer mundo son la base que sostiene toda la pirámide del neoliberalismo.


Sergio Martinez Martinez

Bibliografía.
1.    Regalado, Roberto. La izquierda latinoamericana en el gobierno: ¿alternativa o reciclaje?  Colección contexto latinoamericano. OCEANSUR. 2012.
2.    Gramsci, Antonio. Cuadernos de la cárcel. Palos, Ana María, traducción. Era.2000
3.    .Guillén Romo,Héctor. La contrarrevolución neoliberal en México. Era. México. 1997.
4.    Heinz, Dieterich. Neoliberalismo, reforma y revolución en América Latina. México. Editorial Nuestro tiempo.
5.    López Castellanos, Nayar. Del plan Puebla-Panamá al proyecto Mesoamérica. Un espejo de la globalización neoliberal. Editores Plaza y Valdes. 2009.
6.    Seoane, José. Taddei, Emilio. Algranati, Clara. Las nuevas configuraciones de los movimientos populares en América latina.
7.    Petras, James. Cavaluzzi, Todd. Morley, Morris. Vieux, Steve. La izquierda contraataca. Conflicto de clases en América latina en la era del neoliberalismo. Ediciones Akal,S.A. España. 2000.

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