Introducción.
A finales de los años ochentas y principios de los
noventa, en América latina, después del decaimiento de los regímenes
totalitarios seguidos de un proceso de transición que implicó la puesta en
marcha de la “democracia” aunado con el contexto internacional que dejaría a
Estados Unidos como único líder mundial, se empieza a poner en marcha e
implementar el modelo neoliberalista de la economía de mercado, que con su
aplicación ha aumentado la desigualdades sociales, ha propiciado la acumulación
de riqueza desmedida, ha socavado la gobernabilidad de los Estados, y ha
disminuido la calidad de vida de los habitantes latinoamericanos.
El objeto del trabajo es abordar (a grosso modo) cuál ha sido el
impacto socio-político y cuáles son las consecuencias que ha dejado a su paso
la implantación del neoliberalismo en los Estados latinoamericanos; no sin
antes dar un breve repaso de los antecedentes que sentaron las bases de este
modelo en América Latina, como la etapa de los gobiernos autoritarios y el
denominado “proceso democratizador”; para posteriormente exponer qué
respuestas y qué alternativas han
surgido por parte de la sociedad latinoamericana con el transcurrir del tiempo a partir del
posicionamiento y profundización de los efectos del capitalismo en su forma
neoliberal en Latinoamérica.
Antecedentes.
En
la coyuntura de la guerra fría, donde Estados Unidos mantenía una serie de
luchas extraterritoriales en contra de la ex Unión Soviética para frenar el
avance del comunismo, y así, imponer su hegemonía y posicionarse como el único
líder mundial. Este escenario de conflicto llegó a extenderse y afectar a
América Latina, ya que en diferentes estados latinoamericanos, principalmente
en donde no habían alcanzado a extenderse por completo las ideas de
liberalistas y progresistas de la revolución cubana, como Chile, Nicaragua,
Argentina, Brasil, Paraguay, entre otros más, empezaron a surgir una serie de
regímenes autoritarios que llegaron al poder gracias a golpes de Estado;
caracterizados por su forma de gobierno fascista y represiva, liderados en su
mayoría por militares, los cuales fueron
formados y auspiciados desde Washington por medio de la llamada “escuela de las
Américas” la cual funcionaba como un
centro de adiestramiento, de donde salieron cientos de militares de origen
latinoamericano (Augusto Pinochet, Rìos Mont, Anastacio Somoza entre los más
conocidos) quienes fueron instruidos en
estrategias y métodos para contener cualquier tipo de manifestaciones,
ideologías o movimientos de insurrección
y reprimir cualquier acción que hubiese significado un peligro para los
intereses de EE.UU. por medio del terrorismo de Estado.
Es
importante señalar que estás formas de gobierno autoritarias no sólo llegaron a
concretarse por medio de la represión, si no, también les ayudo a
mantenerse el contexto histórico de la propia América Latina, una región que
había heredado del colonialismo una sociedad jerarquizada y acostumbrada a ser
sometida por un sector oligárquico quienes
gobernaban mediante el uso discrecional del poder y los recursos.
Empero,
posteriormente la utilización de gobiernos militares que empleaban la violencia
y el terrorismo como parte de un método de control se fueron desgastando, al
grado en que ya no fueron suficientes para mantener y legitimar las medidas de
Estados Unidos que sostenían su presencia y dominio en América Latina se
necesitaba algo nuevo, ya que iba en aumento el malestar internacional e
interno por tal grado de represión que vivían los habitantes latinoamericanos.
La iniciativa y respuesta a esta crisis orgánica de hegemonía fue por parte del
país norteamericano, le dio paso a su siguiente estrategia -más compleja y más
difícil de identificar-
puso en marcha el llamado “proceso de democratización”
(iniciado en la celebración de elecciones “libres “en Ecuador en 1979, que posteriormente
se extendió en toda la región) que suponía la entrada y aplicación de la
democracia en América Latina con la el apoyo de Washington, implicando la
restauración política e institucional de los Estados deshecha durante el
periodo de las dictaduras, pero se trataba de la aplicación de una democracia restringida, que además de
contar con las limitaciones y condicionamientos inherentes de las formas
democráticas contaba con características que la convertían en una democracia
moldeada y formada a modo, para cumplir con los requerimientos necesarios de lo
que se avecinaba más tarde de forma inevitable: la implantación del modelo
neoliberal(1). Con la ayuda del proceso
de democratización EE.UU en contubernio
con la clase dirigente tradicional de cada región fueron instalando una gobernabilidad democrática, que
enarbolaba la bandera de la democracia como cortina de humo para encubrir sus
verdaderos intereses, ya que está forma de gobernar ocultaba su afinidad con
los mecanismos tradicionalistas de dominación, para así refrenar y
neutralizar de manera sutil cualquier
acción de oposición, lo que Gramsci definió como revolución pasiva (2).
Con
el afianzamiento del proceso democratizador en América Latina y con el contexto
internacional (última etapa de la guerra fría que posicionaba a Estados Unidos
como líder mundial) quedaban sentadas
las bases y las condiciones necesarias para que los países latinoamericanos
pudieran recibir con mínimos obstáculos el nuevo orden económico del capital,
el modelo neoliberal, que concretaría la hegemonía y el orden de dominación
unipolar de EE.UU.
Llegada
del nuevo orden mundial: El neoliberalismo.
En
los últimos años de la guerra fría con el debilitamiento de la Unión Soviética
se podía vislumbrar lo inevitable, el posicionamiento del liderazgo de Estados Unidos a nivel mundial,
empero, para concretar su función de cabeza
hegemónica, se valió de otra arma, un nuevo orden económico, fundamentado
principalmente en los planteamientos de Milton Friedman, economista y líder de
la escuela liberal de los años setentas en Chicago, los llamados “Chicago boys”, quienes basaban
su modelo económico en un principio de
libertad individual, postularon que los hombres son libres y capaces de elegir
por si mismos que es lo mejor, y, definieron al mercado como una cooperación voluntaria entre individuos para
perseguir lo mejor para ellos mismos; por lo que Friedman y los miembros de
esta tendencia postliberal o neoliberal afirmaban que la libertad de mercado es
correspondiente con la libertad de los hombres, dándole riendas sueltas al
mercado, donde el Estado exclusivamente podía interferir para brindarle
protección, porque: “a mientras más mercado y menos Estado mejor”
(3).
Después
de los años de las dictaduras que azotaron a América Latina, que desembocaron
en la implementación del proceso de democratización para restaurar la pérdida
de legitimidad del poder de gobernabilidad, se empieza la instauración de la
economía de mercado en su forma neoliberal, que traería consigo efectos devastadores
sobre todo en los países del tercer mundo
-donde podemos ubicar a los Estados latinoamericanos- quienes apenas se recuperaban y resarcían los daños
en el tejido social e institucional, que habían dejado los años anteriores.
La
aplicación de este orden económico postliberal (que desde la dictadura de
Pinochet se empezó a experimentar en Chile) de manera casi implícita y
sistemática extendió sus efectos en todas las esferas de los Estados y de la
misma sociedad. Del cual la región de América Latina inexcusablemente podía
librarse de él, puesto que era (es) la parte del mundo donde el Estado
norteamericano tenía más presencia y más poder.
La
globalización del neoliberalismo es un fenómeno estructural vinculado con las
tendencias determinantes en el movimiento de la economía mundial. Y esas
tendencias van a apuntando hacia la exclusión y subordinación de América
Latina, como un conjunto de países que corresponde al sur y por lo tanto debe mantener su dependencia con respecto a Estados Unidos y las grandes
potencias desarrolladas(4). Lo que conlleva a decir que el neoliberalismo es
utilizado como un instrumento de dominación y subordinación que excluye a la
región latinoamericana de los beneficios del capital, confinándola a quedarse y
ser tratada como una zona perteneciente a la denominación “del sur”, como un
conglomerado de naciones subdesarrolladas, que aún son dependientes de las
grandes potencias, por lo tanto requieren de su ayuda, justificando su
intervención.
El
neoliberalismo no sólo se reserva a afectar el ámbito económico de los Estados,
sino que también, influye de manera significativa en los demás sectores de los
países de América latina: en lo político, socava el papel y la fuerza de los
Estados; en lo social, perjudica la manera de vivir de las personas disminuyendo
su nivel de vida, e interviniendo en la autodeterminación de las naciones, es
decir, imponiendo una concepción de valores afines.
Estados
Unidos se valió del “consenso de Washington” y
de los grandes organismos financieros que tienen presencia a nivel
global como el FMI (Fondo Monetario Internacional) y BM(Banco Mundial), entre
otros, para aplicar y vigilar el cumplimiento de los requerimientos necesarios
para sustentar el modelo neoliberal, lo que ha traído secuelas catastróficas en
las economías y los mercados internos y externos de las Estados de América
Latina. El neoliberalismo ha provocado cambios estructurales radicales en los
mercados de los Estados latinoamericanos, donde la deuda externa juega un papel
muy importante, gracias a ésta los organismos transnacionales financieros –que
se supone fueron creados para la asistencia económica y el progreso- condicionan su apoyo a cambió de que los
Estados latinos acepten las medidas requeridas por el capitalismo neoliberalista,
como: dejar los mercados en manos del capital que se traduce en el descuido del
mercado nacional; devaluación o sobrevaluación de sus divisas que provoca una
inestabilidad monetaria y financiera; prioridad a la inversión extranjera,
entrada masiva de capital extranjero (se le abren las puertas a las grandes
empresas transnacionales, monopolios) que trae como resultado la privatización de las industrias y empresas de
mercancías y servicios; disminución de exportaciones, aumento de importaciones,
etc., llevando a las economías
latinoamericanas a un Estado de
asfixiamiento y endeudamiento,
que ha guiado a las economías a entrar en severas crisis (llegando a tal punto
que las naciones latinoamericanas se vieron en la necesidad de competir entre
ellas mismas por el agrado de los poderos organismos financieros), desembocando
sus efectos en los sectores más vulnerables, produciendo un aumento del
desempleo y por ende de la pobreza, de los estándares de vida, de la capacidad
de adquisición; que inevitablemente se convierten en problemas tales como
delincuencia, empleo informal, inseguridad, mala alimentación, migración,
etcétera.
En
el ámbito político el Estado regulador desapareció lo que quedaba de su
antecesor, a los Estados nacionales desarrollistas (Estado benefactor), socavando la soberanía de los Estados,
rompiendo los pactos sociales, alejando los canales de entendimiento entre
gobernantes y gobernados, disminuyendo el rol de los partidos políticos
entendidos como espacios de representación ciudadana, endureciendo los
mecanismos represivos (5). El neoliberalismo a echado a la basura la mayoría de
los logros políticos que se habían hecho, la democracia es una simple falacia
de interlocución entre Estado y Sociedad, porque en realidad el que impone las normas
es el capital, y esto lo logró mediante la complicidad del sector tradicional
oligárquico y gobernante de cada país , porque “para que haya neoliberalismo se
necesita de gobernantes neoliberalitas” (unos cuantos ejemplos son:Salinas de
Gortari, Collor de Mello, Cardoso, Menen, De la Rua, Fujimori, Bucaram, Álvaro
Uribe, etcétera) que únicamente han velado por su intereses personales, sacando
ventaja de los diversos acuerdos pactados con los grandes organismos y
potencias capitalistas, cubriendo su verdadero propósito con discursos
–paradójicamente- antiimperialistas, evocando frases de progreso y desarrollo.
Con
el amparo y protección de la clase dirigente el modelo neoliberalista refuerza
su implantación por conductos de diversos mecanismos para el control social,
como por ejemplo, los medios de comunicación y los métodos de represión. E
igualmente los partidos políticos arcaicos corrompieron aún más su cometido de
ser los representantes de los intereses de la sociedad, para, resguardar los
intereses de los grandes organismos económicos, y por supuesto, implícitamente
los de la casa blanca. Es decir, los
Estados latinoamericanos perdieron su soberanía y desaparecieron su función
interventora de procurar por el interés general, para convertirse en unos meros
ejecutores de las políticas financieras dictadas por el neoliberalismo.
Abandonando las sus responsabilidades sociales para darle prioridad a la
economía de mercado.
La
forma de vivir y el comportamiento de la sociedad latinoamericana igualmente se
han visto perjudicados por el impacto que causa el capitalismo en su etapa
neoliberal, debido al aumento de la polarización de la sociedad, es decir, se
ha incrementado y agudizado las diferencias sociales, se ha amplificado la
brecha entre los ricos y los pobres, -a causa de que los que tienen más ganan
más, y los que menos tienen cada vez ganan menos- . El nivel de vida de la
sociedad latinoamericana (y todas aquellas que no disfrutan del beneficio de
pertenecer a una de las grandes potencias)
disminuyó con la aplicación del neoliberalismo, porque la dominación de
la globalización del capital sobre la economía y la soberanía de los Estados,
provocó que la población quedara abandonada a su suerte frente a las secuelas
del modelo neoliberal, ya que los países al descuidar sus propias economías a
causa de la pérdida de autonomía y soberanía, descuidan sus empresas y
organismos nacionales, lo que deriva en un colapso económico, se empiezan a
cerrar empresas, comercios, negocios, etc.; se flexibiliza el trabajo; se dejan
de producir empleos, y, los que pueden conservar su empleo lo hacen bajo
salarios cada vez más bajos; se desatiende los servicios básicos y los sectores
de educación, salud, seguridad; se
aumentan los impuestos. Lo que paulatinamente genera una diversidad muy grande
de problemas de carácter social, como
por ejemplo el cierre de empresas y el aumento del desempleo producen entre
otros problemas que las personas en busca de otra alternativa engrosen el mercado
informal (que a su vez origina en una menor recaudación de impuestos y por ende
mengua la capacidad de actuar de las instituciones gubernamentales), o, se
inclinan al lado de la delincuencia (que deriva en problemas de seguridad).
Inclusive
el neoliberalismo ha influido en la cultura de la sociedad latinoamericana,
porque bajo la lógica capitalista el ser humano se convierte en un valor,
promoviendo a través de los medios de comunicación e incluso por conducto de la
misma educación, una cultura individualista y consumista. Ocasionando en la gente
una “necesidad” de consumir por consumir, por tener más, sin ni siquiera
necesitarlo. El individualismo también desempeña un tarea importante dentro del
neoliberalismo, ya que inculca un comportamiento que no concuerda con la
necesidad de asociación, se fractura la coerción social, impide a la población
unirse-solidarizarse y capitalizar sus molestias, éste actúa como una
herramienta para prevenir y contener cualquier manifestación de inconformidad
sobre el impacto del modelo neoliberal.
Respuestas
ante el impacto del neoliberalismo.
Para
finales de los años noventas la conflictividad, el malestar social y el repudio
hacia el efecto de la globalización neoliberalista, se ampliaron
considerablemente, hasta un 180% en América latina. Pero la población se dio
cuenta de que luchas armadas del pasado
(que se prolongaban por varios años y que daban como resultados una inmensa
cantidad de bajas atribuido a la disparidad de fuerzas, como las desatadas
sobre todo en la región centroamericana) por el bienestar ya no eran una opción
-la sociedad latinoamericana había aprendido de su pasado- . A pesar de la
represión se produjo una reconfiguración de los movimientos sociales, nuevas
asociaciones con nuevos actores, para poder competir dentro del espectro
político; debido a que los que se supone debían representar sus intereses, los
partidos políticos tradicionales, hace tiempo que habían demitido. Estos nuevos
tipos de movimientos sociales se auto-organizaron y le dieron mayor peso a los
mecanismos democráticos (se inclinaban hacia la horizontalización, a diferencia de los partidos políticos que
caracterizados por su forma vertical y rígida de organización), se empezaron a
agrupar de acuerdo a sus variedad de características y necesidades derivadas de
las secuelas del neoliberalismo, aparecieron movimientos de acuerdo identidad,
étnica-cultural (movimientos indígenas como el EZLN); movimientos con
referencia a su carencia(el MST, los sin tierra en Brasil); movimientos urbanos
y de trabajadores(los “piqueteros de Argentina); además de que se consolidan
los movimientos campesinos y obreros(6). Y, a pesar de cada uno de estos
movimientos contaba con sus propias características, no fue impedimento para
que miembros de otras organizaciones sociales se solidarizaran y apoyaran a las
demandas de cualquier otro grupo, como fue el caso de los movimientos
estudiantiles, que aunque no tuvieron una actuación tan protagónica como en
otros años, se unían y respaldaban las protestas de diferentes movimientos
sociales.
A
pesar de la persecución, represión y criminalización por parte de las clases
hegemónicas de estos nuevos movimientos populares, obtuvieron logros
importantes como: alcanzar una amplia significación social, caída de gobiernos,
fracaso de iniciativas neoliberales, poner en crisis la legitimidad política y
económica del neoliberalismo, posicionarse como un ejemplo a seguir.
Todos
estos triunfos llegaron a desembocar en una búsqueda electoral de otro tipo de
gobierno, que ulteriormente se capitalizó en una nueva opción de gobiernos para
hacer frente a la globalización neoliberalista y sustituir las viejas formas
dictatoriales y autoritarias disfrazadas de democracias. Estos nuevos gobiernos
de inclinados hacia la izquierda se apegaron a revivir los viejos ideales
socialistas de progreso y libertad, fueron lideradas por el gobierno de Hugo
Chávez al frente de Venezuela, seguidos de sus homólogos: Evo Morales en
Bolivia, Lula da Silva en Brasil, Tabaré Vázquez en Uruguay, Rafael Correa en
Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua Néstor Kirchner en Argentina.
Empero,
estos nuevos gobiernos de izquierda deben de ser más precavidos que sus
antecesores, debido a la desfavorable correlación de fuerzas, ya que en
históricamente, tanto en el pasado como en el presente, la izquierda ha tenido
oportunidades para emular el curso de la historia, pero las ha desaprovechado
(7).
Conclusión.
En
conclusión el impacto negativo que ha causado el neoliberalismo en América
latina no es nada nuevo, ya que el modelo neoliberal sólo vino a dar la
reafirmación histórica de que muchos de los males que aquejan a esta parte del
mundo provienen desde épocas del colonialismo, América latina ha sido y sigue
siendo una región postcolonial, siempre ha sido una zona subordina y dependiente
de otras más desarrolladas. El neoliberalismo sólo ha reafirmado y profundizado
los conflictos y los problemas sociales, políticos, económicos que siempre han perturbado la vida de la
sociedad Latinoamérica y a engrosar la supeditación con respecto a Estados
Unidos, reforzando su hegemonía y liderazgo. América latina es parte de un
sistema de dominación donde juega el papel de subordinado, empero, no la pueden
excluir, ya que esta región al igual de todo el tercer mundo son la base que
sostiene toda la pirámide del neoliberalismo.
Sergio Martinez Martinez
Bibliografía.
1. Regalado, Roberto. La izquierda latinoamericana en el
gobierno: ¿alternativa o reciclaje?
Colección contexto latinoamericano. OCEANSUR. 2012.
2. Gramsci, Antonio. Cuadernos de la cárcel. Palos, Ana
María, traducción. Era.2000
3. .Guillén Romo,Héctor. La contrarrevolución neoliberal
en México. Era. México. 1997.
4. Heinz, Dieterich. Neoliberalismo, reforma y revolución
en América Latina. México. Editorial Nuestro tiempo.
5. López Castellanos, Nayar. Del plan Puebla-Panamá al
proyecto Mesoamérica. Un espejo de la globalización neoliberal. Editores Plaza
y Valdes. 2009.
6. Seoane, José. Taddei, Emilio. Algranati, Clara. Las
nuevas configuraciones de los movimientos populares en América latina.
7. Petras, James. Cavaluzzi, Todd. Morley, Morris. Vieux,
Steve. La izquierda contraataca. Conflicto de clases
en América latina en la era del neoliberalismo. Ediciones Akal,S.A. España.
2000.