Introducción
El presente trabajo tiene como
objetivo revisar la relación entre Estados Unidos y la Organización de Estados
Americanos (OEA) en materia de seguridad regional a partir de los atentados
terroristas del 11 de septiembre de 2001.
El tema es de
interés puesto que constantemente se especula que EU influye en gran medida en
la OEA, lo que inmediatamente trae a colación el recuerdo de la expulsión de
Cuba de la organización interamericana debido a las diferencias ideológicas con
EU y por la relación cercana que la isla mantenía con la extinta URSS, evento
que favorece esta especulación, sobretodo si se toma en cuenta que la gran
mayoría de los Estados Miembros votaron a favor de esa expulsión; aunque ha
pasado más de medio siglo de aquello (1962) se podría plantear el escenario
donde el anunciado declive de la hegemonía de Estados Unidos propicie que la
OEA retorne al lugar que le corresponde, el de una organización multilateral,
de consenso y promotora de la democracia.
La Organización de Estados
Americanos
Las organizaciones
intergubernamentales ayudan a fijar una agenda multilateral, actúan como
catalizadores para la formación de coaliciones, foros para externar iniciativas
políticas y de vinculación.[1]
Como elemento central del sistema interamericano, la Organización de Estados
Americanos (OEA) es el régimen de gobernanza regional más antiguo del mundo.[2]
A lo largo de las décadas, la reputación y la efectividad de la OEA han variado en función del
entorno global y del grado de tensión o de cooperación entre los Estados Miembros.
Sin embargo; algunos líderes latinoamericanos han desconfiado siempre de esta
organización, a la que perciben como una institución demasiado centrada en Estados
Unidos.[3] Algunos países
latinoamericanos, conscientes de las enormes asimetrías de poder y de
intervención de EU en asuntos internos, en ocasiones han tratado de usar a la OEA como medio de limitación o
de equilibrio, mientras que otros han preferido cooperar con dicho país en
áreas de interés mutuo.
Fin de la Guerra Fría e inicio de la
rehabilitación del Sistema Interamericano
Al final de la Guerra Fría, ya sin las tensiones propias de ese periodo
histórico, EU, con la administración demócrata de Bill Clinton, inició una
relación más cercana y constructiva con América Latina. Prueba de ello fue la
primera Cumbre de las Américas, celebrada en Miami en 1994, que dio pie a las
negociaciones del Tratado de Libre Comercio en el Área de las Américas.
Posteriormente hubo varias reuniones a diferentes niveles que daban forma a un
nuevo modelo de relaciones EU-AL. Se tenía la idea de que el bienestar general
dependía del progreso coordinado de todos los Estados en el continente. Se avanzaba hacia un Sistema
Interamericano multilateral e incluyente, con base en la OEA.
En materia de
seguridad para el hemisferio, el gobierno de Clinton se planteó fortalecer y
ampliar la cooperación de seguridad de EU con las naciones de América Latina:
·
Se consideraron todas las dimensiones de seguridad: militar,
económica y política
·
Subrayó la existencia de un vínculo estrecho entre problemas
domésticos e internacionales.
·
Disminuyó el peso relativo del componenente militar y puso
enfásis en la defensa colectiva
·
Asumió la promoción de democracia y del libre marcado.
·
Institucionalizar normas de defensa
·
Fortalecer mecanismos regionales y subregionales de seguridad
cooperativa.
Punto de quiebre: 9/11
Pero dos eventos marcaron el fin de esta tendencia: 1) la llegada al
poder de George W. Bush con ideas conservadoras sobre la reafirmación de la
hegemonía de Estados Unidos en el hemisferio occidental; y 2) los ataques
terroristas del 9 de Septiembre de 2001.
Estos acontecimientos tuvieron un efecto en la política exterior de EU, que
cambió el acercamiento visionario a Latinoamérica por un enfoque enteramente
dedicado a asuntos de seguridad.[4]
De forma contrastante
al gobierno de Clinton, la agenda de seguridad nacional de Bush tuvo dos
características centrales: la re-militarización ofensiva y el unilateralismo.
La re-militarización se impone dado que se asume que la respuesta al terrorismo
es el uso de la fuerza. Ello implica desechar el pensamiento basado en el
equilibrio del poder, las doctrinas de contención y disuasión. Esto es así
porque como actores no estatales, los grupos terroristas no pueden ser
disuadidos, debido a que están dispuestos a morir por su causa.
El elemento más
notable del nuevo militarismo es la acción preventiva. El unilateralismo se
basa en la determinación de que EU debe actuar de manera directa y sin
limitaciones –legales- para ganar la guerra contra el terrorismo. El corolario
es un desdén por las reglas, normas e instituciones del sistema
internacional. En el seno de la OEA, Estados
Unidos quiso imponer su visión de seguridad restringida contraria al concepto
multidimensional reconocido por consenso de los demás países miembros de la
organización. Durante las reuniones de la Comisión de Seguridad Hemisférica, Estados
Unidos intentó colocar al tema de la lucha contra el terrorismo como
prioritario en la agenda de seguridad hemisférica.[5]
Bajo ese clima
hostil, la administración de Bush postuló a una multiplicidad de enemigos,
incluyendo estados rebeldes (rogue States), armas de
destrucción masiva, organizaciones terroristas globales, regionales y
nacionales. Así, observaba a América Latina
a través del
lente
del terrorismo,
a pesar de que
la región es
de
poca importancia
estratégica en
la
guerra
global
contra el terror.
Se trataba de
la superposición
de preocupaciones
de los EU, quien esperaba poco de las instituciones
internacionales y sólo estaba dispuesto a incorporarse a mecanismos de decisión
multilaterales en aquellos casos donde fuera de esperar que sus intereses
nacionales serían tomados en cuenta “sin resto”.[6]
En
un intento por contener la cruenta acción unilateral de Estados Unidos, los
demás países del hemisferio, a través de la OEA, organizaron a finales del año
2003 la Conferencia Especial de Seguridad, con sede en la Ciudad de México, de
la cual emanó la Declaración sobre Seguridad
en las
Américas.
Según
la declaración,
"las
amenazas, preocupaciones
y otros desafíos
en
el Hemisferio
son
de naturaleza
diversa y alcance
multidimensional, el
concepto
y enfoque
tradicionales deben
ampliarse para
abarcar
amenazas
nuevas y
no tradicionales,
que incluyen
aspectos políticos, económicos, sociales, salud y aspectos
ambientales.”[7]
En
otras palabras,
la nueva
definición amplió
el concepto
tradicional de
seguridad,
incorporando
las nuevas
amenazas y
no tradicionales.
Sin embargo, un
estudio minucioso de la declaración arroja que incluir temas de desarrollo en
la agenda de seguridad ocasiona que las estrategias militares puedan ser
alternativas para solucionar nuevas amenazas, y tomando en cuenta que el
terrorismo ocupa un lugar desproporcionado en la declaración
en comparación
con
otras amenazas
o inquietudes,
en un
hemisferio
donde,
además de
Colombia,
no hay
actividad
terrorista
importante.
El tratamiento de una variedad de cuestiones en relación con
el
objetivo
de la
seguridad
le abre la
puerta de
las agendas políticas,
sociales
y económicas,
a esto se le ha denominado securitization. [8] Este riesgo
se agrava
por
la amplia
definición de terrorismo
y la visión amplia de lo que significa
una
amenaza
a la seguridad.
Conclusiones
Como se sugiere,
la introducción del enfoque multidimensional de seguridad le otorga nuevos renovados
bríos a las agencias militares para enfrentar los problemas de desarrollo, lo
que sin duda es un logro de la política exterior norteamericana en el
continente americano. En esa ocasión, la maquinaria de EU consiguió de forma
sutil colocar parte de su doctrina de seguridad en el seno de la OEA sin
contradecir los pujantes y novedosos conceptos de seguridad multidimensional de
los demás Estados Miembros.
El hemisferio occidental aún maneja un
patrón relativamente sencillo: la confirmación de la hegemonía de Estados
Unidos.
Alejandro Vargas
Bibliografía
Bermúdez
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Revista Mexicana de Política Exterior, no. 69, junio 2003, pp. 101-130.
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Desafíos” Ed. Iberoamericana, Madrid.
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Chillier Gaston, Freeman Laurie, 2005,
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Organización de los Estados Americanos. Disponible en:
http://www.oas.org/es/
[1] Keohane Robert; Nye Joseph, 1977,
“Power and Interdependence: World Politics in Transition” Ed. Little Brown & Co, EU.
[2] Organización de los Estados Americanos. Quiénes somos.
Disponible en: http://www.oas.org/es/acerca/quienes_somos.asp
[3] Feinberg Richard, 2010, “La
Exclusión no es la Respuesta ” en Foreign
Affaires Latinoamérica. Vol. 10 No. 3.
[4] Castañeda Jorge G., 2003, “The Forgotten
Relationship” en Foreign Affaires,
Vol. 82 No. 3,
[5] Lilia Bermúdez Torres, “Los retos del
hemisferio en el ámbito de la seguridad”, en Revista Mexicana de Política
Exterior, no. 69, junio 2003, pp. 101-130.
[6] Bodemer Klaus; Rojas A.
Francisco et al, 2005 “La
Seguridad en la
Américas : Nuevos y Viejos Desafíos” Ed. Iberoamericana,
Madrid.
[7] Declaración sobre Seguridad en las Américas. Disponible en http://www.oas.org/juridico/spanish/decl_security_sp.pdf.
[8] Gaston Chillier,
Laurie Freeman, 2005, “Potential Treat: New OAS Concept of Hemispheric
Security” WOLA. Disponible
en http://www.seguridadregional-fes.org/upload/4293-001_g.pdf.
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